Steven Paul Jobs, ​​​más conocido como Steve Jobs, fue un empresario y magnate de los negocios del sector informático y de la industria del entretenimiento estadounidense. Fue cofundador y presidente ejecutivo de Apple​ y máximo accionista individual de The Walt Disney Company.

Steve Jobs es considerado como un genio de la última década, no solo por su gran aportación al mundo de la informática y la tecnología en general, sino también por el indudable éxito de sus emprendimientos.

Durante su vida, dejó innumerables frases y reflexiones que marcan un camino de motivación para sus seguidores y para todo emprendedor, pues ha figurado como ejemplo de tenacidad y superación.

Aquí algunas de ellas:

“Decidir qué no hacer es tan importante como decidir qué hacer”.

La exitosa empresa de Jobs, Apple, nació en su garaje. Armando ordenadores junto a su amigo Steve Wozniak y no fue hasta años más tarde, con mucho trabajo, cuando lograron crear el Apple II y ascender al éxito.

Jobs decía qué cuando llegaba una buena idea, parte de su trabajo era contarlo, ver lo que diferentes personas piensan, conseguir que la gente también hablará de ello, discutir sobre ello, conseguir ideas moviéndose entre un grupo de 100 personas. Tener diferentes personas para explorar diferentes aspectos y explorar.

Foco, foco, foco; pasión, pasión, pasión

Durante toda su carrera, Steve Jobs insistió en focalizar el esfuerzo en lo más importante y olvidarse del resto, aunque esto implicase renunciar por completo a otros proyectos. Esta poderosa idea, era una de las piezas clave de su visión del liderazgo.

Steve Jobs se mostraba tan convencido sobre la importancia de “renunciar para mantener el foco”, que no dudó en recomendar esta fórmula a otros grandes líderes empresariales de nuestro tiempo.

Donde otros hablan de “priorizar”, Jobs habla de “descartar”, sin más. Es una interpretación radical del clásico dilema ¿qué hacemos con los proyectos menos importantes? En este popular video (en inglés), Jobs lo deja claro.

El moderno emprendedor tiene que estar preparado para decir no, para descartar, y para mantenerse centrado: solo así se pueden hacer grandes productos, y solo así se puede llevar al extremo el cuidado por el detalle.

Los clientes no saben lo que quieren hasta que alguien se lo muestra

Si hubiésemos preguntado “¿qué dispositivo necesitas?” a un usuario de telefonía móvil a finales de los 90, nunca habría dicho:

“Un smartphone”, Ni un tablet”. No puedes saber que quieres algo que aún no se ha inventado

El consumidor generalmente pide mejoras sobre lo que ya conoce, y en la mayoría de los casos, esas “mejoras” tienen que ver con el precio. Henry Ford decía que si hubiese preguntado a los americanos qué querían en los inicios de su carrera en la industria del automóvil, le habrían contestado esto:

“¡Un caballo más rápido!”

Pero Ford puso ante los ojos asombrados de su mercado otra cosa bien distinta: vehículos a motor asequibles.

Esta es la diferencia entre intentar hacer negocios y conseguir hacer historia.

Steve Jobs, expuso este tipo de visión siempre que tuvo ocasión de hacerlo, y a menudo con gran apasionamiento. Sabía que no era posible ir un paso por delante cuando estás mirando hacia atrás.

No hay que tener miedo a devorarse a uno mismo

Las empresas, grandes y pequeñas, sienten pánico a lo que en marketing de producto llamamos canibalización (lo que sucede cuando lanzas un producto que le quita ventas a otro de tus productos).

Steve Jobs pensaba que si no estás dispuesto a devorarte a ti mismo, entonces un competidor lo hará por ti. A lo largo de la historia, grandes marcas han sucumbido por no compartir esta visión.

De hecho: La mayoría de los productos de la última etapa de Apple se canibalizan entre sí aún lo hacen.

Jobs siempre promovió que las empresas funcionasen como una gran familia, evitando que la competencia interna bloqueara los proyectos, como de hecho sucede en algunas grandes compañías tecnológicas.

Con su decidida actitud frente a los riesgos de la canibalización de productos, Steve Jobs consiguió que Apple llegara a ser más grande que sus más directos rivales.

La obsesión por controlar cada detalle de la experiencia de usuario

A principios de los 80, en un mundo donde se juzgaban los productos por su utilidad, Jobs, como casi siempre, rompió todos los esquemas y puso el foco en otro lugar: la experiencia de usuario.

Para Steve, no fue difícil darse cuenta de que cualquiera puede hacer una versión diferente de un producto que ya existe en el mercado. Ahora, pocos dudan que:

¡Es la experiencia que vive el consumidor al usar un producto lo que realmente marca la diferencia!

Rodearse de los mejores a cualquier precio

La biografía de Jobs está llena de ejemplos que demuestran hasta qué punto estaba dispuesto a pagar cualquier precio por tener a los mejores.

Pese a su carácter, pese a los conflictos, Jobs ha dejado en el camino una larga estela de colaboradores y socios agradecidos que se han hecho millonarios a su lado.

En un entorno donde el listón de la excelencia había sido colocado en la estratosfera de cada oficio, Apple hizo grandes fichajes, y también sonados despidos.

Para estar en el equipo de Jobs, solo había dos requisitos que cumplir: ser el mejor y demostrar una entrega absoluta. Era una cuestión de aptitudes y de actitudes. Lo demás, como la edad, el origen, o la titulación, daba igual.

Todavía hoy, muchas empresas, quizás la mayoría, contratan “perfiles” y no “personas”. Pero los estereotipos, por definición, nos abocan a la mediocridad. Jobs no cometía ese tipo de error, ni por asomo.

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