En la pequeña villa de Kolionovo, a 130 kilómetros de Moscú, los residentes, en su mayoría agricultores, y empresas pequeñas locales están poco a poco favoreciendo a una criptomoneda como forma de pago para sus compras diarias, el kolion, dejando de lado a la moneda oficial nacional el rublo.

Mikhail Shlyapnikov, un anterior ejecutivo de la banca, ahora comprometido con las labores de su granja, introdujo la idea.  Hace diez años Shlyapnikov fue diagnosticado con cáncer, y tomó la decisión de abandonar la ciudad y mudarse al campo teniendo como objetivo insuflar con aires de progreso a un pueblo casi olvidado.

Tuvieron que transcurrir cinco años, y al necesitar fondos con los que ampliar el vivero al que se dedicaba probó una amarga cucharada de la medicina que dispensaba en su vida profesional anterior, y que toman forzosamente muchas compañías pequeñas del país: el interés del 12% sobre el préstamo que los bancos querían cobrarle.

“No quería ahogarme y ser un esclavo de los bancos”, dice Shlyapnikov, haciendo el gesto de apretarse la garganta. “De modo que tuve que inventar mi propio dinero. Soy mi propio banco, gobierno, regulador, todo”.

Shlyapnikov comenzó “emitiendo” kolions de papel en 2014, que fueron prohibidos por un tribunal ruso al año siguiente. Apelando a sus contactos en el mundo de la tecnología, comenzó a trabajar la idea de una criptomoneda propia, y en abril de 2017 lanzó una oferta inicial de monedas con la que recaudó la nada despreciable suma de US$ 500.000.

La criptomoneda producto de este ingenioso ruso, a diferencia del Bitcoin, no puede ser extraída usando programas o equipos de minado. Los tokens digitales, kolions, pueden ser adquiridos mediante su intercambio por otras muchas criptomonedas, o pueden ganarse con trabajo, un proceso al que han bautizado muy apropiadamente “arar”; las monedas se otorgan a quienes colaboren con los residentes de Kolionovo en las distintas labores agrícolas y de construcción necesarias para remozar el pueblo y erigir nuevas estructuras.

Shlyapnikov, un autodenominado “agroanarquista” y que gusta de organizar eventos en honor a Marx, usa la moneda para impulsar el “Ecosistema Kolionovo”, como él mismo lo llama.

Ha convencido a casi un centenar de agricultores y proveedores de los pueblos cercanos para que utilicen dinero digital, los kolions, en sus operaciones comerciales locales para el comercio local, convirtiendo al papel moneda algo extremadamente raro de ver en la comunidad.

“El valor de los kolions circulantes es ahora de unos US$ 2 millones, porque desde su aparición en nuestra ICO su valor es mayor”, indica Shlyapnikov, aclarando que la moneda tiene un respaldo de 500 bitcoins almacenados en reserva, lo que serían aproximadamente US$ 3,8 millones por estos días.

“Así podemos atraer dinero real al negocio” y conectar la criptomoneda con la economía real, agregó.

La economía rusa se recupera luego de haber recibido el doble impacto de las sanciones internacionales y la abrupta caída de los precios del petróleo, lo que causó que el rublo perdiera la mitad de su valor. Ahora Shlyapnikov y quienes le apoyan están promocionando a las criptomonedas como la manera de protegerse del sistema financiero ruso.

Rublos Criptomonedas 2

Los rusos gozan de una buena educación científica y técnica, y tienen el costo por electricidad más bajo de Europa, factores gracias a los cuales tanto la criptominería como el uso de las monedas en sí se ha difundido en el país. Pero esto es sólo el comienzo para las criptomonedas en Rusia.

El comercio detallista, restaurantes y tiendas se sumaron ágilmente a la tendencia, permitiendo a sus clientes pagos en Bitcoin, aunque en algunos casos deben emplear unos trucos con los rublos para no terminar infringiendo las leyes.

Se espera que las regulaciones ordenadas al Ministerio de Finanzas por el presidente Vladimir Putin sean finalmente presentadas en julio. Según los esbozos iniciales de las medidas, el rublo seguiría siendo el único medio legal de pago, pero tanto las operaciones de minería como las ICO tendrían protección legal.

“Para avanzar, debemos ampliar el espacio para la libertad, ser un país abierto al mundo, nuevas ideas e iniciativas (…) para cortar todo lo que impide que nuestra gente abra todo su potencial”, declaró el presidente Putin en marzo.

En Kolionovo, Shlyapnikov tiene objetivos más modestos. Cree que las criptomonedas podrían ser la herramienta que permita a las pequeñas y remotas empresas de Rusia ganar independencia financiera de Moscú. Y, al parecer, va por buen camino.

Deja un comentario