La expresión se origina en la serie televisiva mexicana “El Chapulín Colorado”, en la que el protagonista es un superhéroe algo torpe. En situaciones peligrosas o difíciles, solía mencionar al resto diciendo: “Calma, calma, que no panda el cúnico”, revelando su propio miedo con el cambio de sílabas de “que no cunda el pánico”.