Muy probablemente te ha pasado que no sabes a dónde se han ido los últimos dólares que jurabas estaban en tu billetera. Ante esta situación, parecería que el dinero literalmente se ha esfumado.
Es un misterio inexplicable que quizás nunca tenga una respuesta; que en este caso probablemente no recuerdes en qué se gastó.
Pero esta sensación de “esfumarse el dinero” lo sienten muchas personas cuando de repente descubren que el mercado de valores ha caído en picada afectando el saldo de su cartera de inversiones.
Es entonces, cuándo te preguntas ¿a dónde se va todo ese dinero?
La respuesta simple es ¡el dinero no va a ninguna parte cuando el mercado se cae, principalmente porque nunca estuvo allí!
Y para tratar de explicarlo de forma clara; debemos tener en mente de que el dinero no es real, es solamente una idea, un concepto o una noción.
Y mi comentario no va desde una perspectiva antimaterialista; me refiero a que el dinero es un concepto puramente teórico.
Si investigamos, nos daremos cuenta que el dinero actual en billeteras y cuentas bancarias; es en realidad una parte muy pequeña de nuestra economía.
La gran mayoría consiste en valor de acciones y valoraciones de propiedades, etc. Todo ese valor, en el que se basan las empresas, los trabajos y las vidas, solo existe literalmente en nuestras mentes.
La confianza, la fe y la expectativa lo es todo
Es nuestra confianza, lo que permite dar un precio a las cosas. En el momento en que perdemos la confianza en eso, todo se derrumba. El dinero solo tiene tanto valor como le damos.
En esencia, lo que sucede es que los inversores, analistas y profesionales del mercado muestran sus expectativas. Cuando declaran que sus proyecciones para dicho mercado se han reducido; la fe del mercado cae y con ellos los precios.
Por lo tanto, los inversores no están dispuestos a pagar tanto por las acciones como antes. De esta forma; la fe y las expectativas pueden traducirse en dinero en efectivo.
Si el dinero no existe; ¿cómo se gana y pierde capital en los mercados?
Nadie gana ni pierde, mientras no venda su posición. Las ganancias y las pérdidas no son temporales; son estados y llegan en el instante en el que cambias tu posición.
De esta forma, muchos toman ganancias reales en una tendencia favorable. Otros deciden esperar más y terminan vendiendo cuando el mercado va en su contra.
Los mercados se mueven por las fuerzas de oferta y demanda. Si la oferta es muy grande y desequilibra la balanza, tendremos una bajada de precios. Si la demanda es alta, los precios aumentarán.
Pero la oferta y la demanda, no toman partida sobre todas las acciones existentes de un mercado particular.
El volumen de las acciones que entran al comercio, son solamente una fracción del total de las mismas. Ya que no todos los accionistas venden al mismo tiempo.
Pongamos en contexto el mercado capital de Bitcoin, al momento de la redacción está “valorado” en $155 mil millones. Con un suministro total de más de 18 millones de Bitcoins a unos $8.600, cada unidad.
Ese “valor estimado” del mercado capital de Bitcoin, es un valor extrapolado que se determina simplemente al multiplicar el precio de mercado de Bitcoin por su suministro total.
Sin embargo, la clave de entenderlo radica en que para llegar a ese valor de mercado de $155 mil millones, no se necesitan vender todos los bitcoins existentes.
Es decir, ese sería el valor teórico del mercado capital, si todos los Bitcoins se comercializaran en ese preciso instante. Cosa que no pasa.
Sabemos que este no es así; ya que los bitcoins que están inmersos dentro del comercio son solo una fracción del suministro total.
Muchos no tienen la menor intención de ponerlos en venta; como suceden con las acciones de los mercados.



Un ejemplo para aclarar las ideas
Pondremos el caso para cosas tangibles. Supongamos que tenemos una pastelería y hemos elaborado 10 pasteles para iniciar a un precio de $20 cada uno.
De esta forma, si logramos vender todos los pasteles en un sólo día nuestra ganancia potencial será de $200 (mercado capital).
El primer día logramos vender 2 pasteles (volumen comerciado) y obtenemos un total de ganancias de $40 (valor comerciado).
Al segundo día, se reponen los 2 pasteles y tenemos nuevamente 10 pasteles al iniciar la jornada. Y así cada día. Al cabo de unas semanas; vemos que diario se venden muy bien 8 pasteles y alguien comentó que son muy sabrosos y su precio es muy bajo.
Por esta razón, tenemos la confianza del mercado y hemos decidido duplicar la producción y subir el precio a $30 cada pastel.
De esta forma, ahora tenemos un suministro de 20 pasteles a $30 cada uno; lo que nos da una ganancia potencial esperada de $600 (mercado capital).
Sin embargo, un día por alguna extraña razón, las personas han decidido no comprar pastel y en esa mala jornada solamente se vendió 1. Dando como resultado un valor comerciado de $30.
Por desgracia para el negocio, esto se repite varios días.
Y ante tal situación decides que ahora bajarás tus precios nuevamente a $20 y producirás 20 pasteles, lo que dará como resultado una ganancia esperada de $400.
Con esto, en términos bursátiles, se han esfumado $200 de tu negocio, que ya no podrán llegar porque ahora el mercado ya paga menos por tus pasteles. Ese dinero nunca entró, en realidad, pero en teoría tenía el potencial de hacerlo cuando valían $30.
Conclusiones
Así, podemos decir que el mercado de valores, hace referencia a un “dinero potencial” que podría ingresar al mercado; pero que en realidad está a la expectativa y es determinado solamente por una pequeña fracción que mueve el precio de las acciones según la oferta y la demanda.
El dinero real que interviene en los mercados, hace la función de reserva fraccionaria; y sirve como liquidez del mercado. Por lo que, el resto del dinero que nunca llega al mercado; es el que en “teoría” podría llegar.
Así mismo, cuando un mercado pierde la confianza de los inversores; esa fracción que representa la liquidez real; normalmente se mueve a otros mercados y es cuando decimos que se transfiere riqueza de un sector a otro.