“Bitcoin está salvando a mi familia de morir de hambre”. Así comienza una carta publicada en Reddit en el 2017 por el usuario “858graphics”, donde relata los aterradores pormenores que tienen que enfrentar día tras día los venezolanos, sobre todo los relacionados con la delincuencia, la inseguridad personal y la hiperinflación.

“Caracas es una de las ciudades más violentas del mundo. Los robos de automóviles son comunes y las personas son asesinadas para robarles sus teléfonos inteligentes. La policía en los aeropuertos es corrupta y es probable que también te roben; el dinero (divisas) no se puede depositar en el banco local porque no se te permite tener dólares”, apunta 858graphics. Y continúa:

Las cosas empezaron a ponerse muy mal en Venezuela alrededor de 2014. Mi padre era dueño en ese momento de un exitoso negocio de reparación de aire acondicionado, pero sabía que las cosas iban a empeorar.

Elaboramos un plan para abrir una cuenta bancaria en los Estados Unidos y convertir bolívares (moneda venezolana) en dólares estadounidenses para protegernos de la inflación. Tuvimos que sortear muchos problemas logísticos para obtener las divisas en efectivo y transportarlas de manera segura fuera del país.

Eso fue en el 2014, Bitcoin era una nueva tecnología, así que éramos muy escépticos al respecto, pero no teníamos otras opciones. Así llegamos al 2017. La economía venezolana está muerta. Mi padre perdió su negocio de aire acondicionado y gente como nuestros vecinos, que hace dos años eran de clase media-alta, ya no pueden pagar la comida.

Gracias al precio en alza de Bitcoin y su estabilidad relativa (comparada con la economía venezolana), mi familia forma parte de una minoría afortunada que puede darse el lujo de ayudar a alimentar a su comunidad, para luego, potencialmente emigrar a otro país.

El usuario 858graphics sigue relatando que otros países de la región enfrentan problemas inflacionarios similares, aunque nunca de la gravedad como la que se experimenta en Venezuela, y sugiere que una solución práctica sería convertir sus monedas locales en la criptomoneda, cuando dice:

Si los ciudadanos convirtieran sólo una pequeña cantidad de sus ahorros en bitcoins, esto representaría una increíble cantidad de dinero”, aludiendo seguramente a las ganancias que representan las subidas de la criptomoneda para quienes la poseen.

“Bitcoin puede otorgarle a cualquier persona la posibilidad de comerciar libremente y protegerse de gobiernos corruptos e incompetentes. En un mundo de 6 mil millones de personas, la mayoría de las cuales no tienen acceso o no son elegibles para servicios bancarios mínimos y un número creciente de gobiernos que apoyan la libertad de expresión y los derechos humanos básicos, Bitcoin podría no ser el héroe perfecto que queremos, pero es el que necesitamos”, concluye.

Y ciertamente, en otras latitudes, donde han ido a parar los venezolanos huyendo de la crisis en su país, el Bitcoin se ha convertido, para algunos de ellos, en el héroe de todos los días.

Vivir del Bitcoin

Este es el caso de Antonella Ríos y José Armas, dos jóvenes venezolanos que fueron a parar a Florida, como muchísimos otros, escapando de las paupérrimas condiciones de vida imperantes en su país, detalladas apenas por encima en la carta del redditor 858graphics. Según las cifras de la Oficina de Censo norteamericano, más de 300.000 personas originarias del país sureño han arribado en los últimos años a los Estados Unidos.

La gran mayoría no puede dedicarse al mismo trabajo que tenían en Venezuela, debido a requisitos locales, diferencias curriculares o deficiencias en el manejo del idioma inglés, requisito casi indispensable para obtener una plaza de empleo en Norteamérica.

Así, han tenido que dedicarse a labores de limpieza, cuidado de niños y adultos mayores, ser meseros en restaurantes, choferes de Uber, y otros oficios que les permiten generar un ingreso con el que sostenerse.

Antonella, de 30 años, y José, de 27, encontraron en el mundo de las criptomonedas una forma de subsistir. Vivieron en Valencia, una de las ciudades más importantes del centro-norte de Venezuela hasta finales de 2016. Ambos tienen un permiso de trabajo temporal, otorgado a quienes aplican al proceso de asilo político en Estados Unidos.

Según cifras oficiales, más de 29.000 venezolanos solicitaron refugio por razones políticas en 2017.

Criptomonedas

El padre de Antonella era distribuidor de una de las loterías más grande del país.  “El Gobierno le quitó la distribución a mi padre y todo se vino a pique”, dice ella. Para José, quien vendía en Valencia insumos para la construcción, la decisión de irse de Venezuela fue más difícil debido a Santiago, su hijo de siete años.

José es divorciado, y el niño debía quedarse en el país, junto a su madre. “Venezuela significa nostalgia”, dice, un sentimiento difundido entre quienes han tenido que marcharse obligados por las circunstancias.

“Nos iba bien, pero las cosas cada día se complicaron más y más. Realmente no hay negocio que perdure en Venezuela con el Gobierno y con la delincuencia que existe”, afirma.

“No sabes qué día te roben o te maten”. En su mano sostiene una moneda acuñada con el símbolo de Bitcoin. Sentencia que cualquier lugar es mejor para estar que Venezuela en estos momentos:

“La única salida para Venezuela es que el presidente Nicolás Maduro se vaya”, opina Armas, como la gran mayoría de los venezolanos, y ahora, también, la comunidad internacional, cree.

José, aunque tuvo algunas pérdidas al principio, por inexperiencia, al dedicarse al negocio de las criptos, está convencido de que las monedas virtuales son el futuro del sistema financiero mundial.

Antonella y Jose - Bitcoin Venezuela

“Yo quiero formar parte de ese futuro y la única manera de hacerlo es comenzando hoy, porque más adelante las monedas van a tener un valor que muy pocas personas van a poder pagar”, declara.

Ambos, Antonella y José, pasaron de sobrevivir en Venezuela a obtener ganancias algunas veces de hasta 90 por ciento al mes realizando transacciones diarias con criptomonedas, usando para ello sus teléfonos inteligentes e Internet.

Antonella explica que sus ingresos no son muchos, pero que son suficientes para cubrir los gastos mensuales, y eso es bastante. “Ya existen talleres de formación para venezolanos en el negocio de las criptomonedas”, cuenta Ríos.

Al opinar sobre el Petro, la controversial criptomoneda que lanzara el gobierno venezolano en febrero, supuestamente respaldada con las reservas petroleras del país, y con la que espera paliar las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos, Antonella y José se expresan claramente:

“Han dicho que cada Petro equivale a un barril de petróleo, pero eso es mentira. Es simplemente otra manera de evadir las sanciones y de lavar dinero”, enfatiza José. Vivir de las operaciones en mercados virtuales nunca habría estado entre sus planes, pero ahora, que se encuentran permanentemente en contacto con ese mundo, y han comprobado que resulta, están convencidos de que las monedas nacidas de las cadenas de bloques seguirán dándoles ganancias suficientes para seguir adelante, un día a la vez.

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