Bitcoin y altcoins ahora constituyen una nueva clase de inversión institucional, y lo han venido siendo desde 2017, según una nueva investigación del importante banco
estadounidense Morgan Stanley.

En el informe titulado “Bitcoin desencriptado: una breve enseñanza e implicaciones”, fechado el 31 de octubre, el departamento de investigación del banco multinacional de inversiones ofreció una visión general de los últimos seis meses en el espectro de Bitcoin y presentó información sobre tendencias observables.

Los hallazgos subrayaron la observación de los investigadores de lo que el informe describió como la tesis del mercado en rápida transformación, que abarca las percepciones en evolución de Bitcoin desde que se introdujo en la circulación como “efectivo electrónico” en 2009.

En 2009, Bitcoin entró en el cómputo como una alternativa viable a los grandes cárteles bancarios después de que se emitió por primera vez a través de un software de código abierto.

Logró un seguimiento similar al de un culto, y en 2012, fue el centro de atención de las noticias principales como el medio de transacción en el mercado negro en línea conocido como el mercado de la Ruta de la Seda.

Su creciente capitalización de mercado atrajo la atención de empresarios, personas orientadas a la tecnología en todo el mundo, activistas, periodistas e iniciativas de criptografía basadas en blockchain seguidas en sus grupos.

Bitcoin ha podido proporcionar un mecanismo de pago descentralizado que emplea el uso de un libro mayor distribuido. Si bien atrajo a algunos como un sistema novedoso capaz de interrumpir los modelos de negocios existentes, también demostró ser una verdadera herramienta para facilitar nuevas relaciones y vínculos económicos.

Como moneda digital, su libro mayor distribuido facilita el procesamiento de transacciones de pago minoristas como el comercio electrónico, los pagos de persona a persona y las transacciones transfronterizas con menores costos y logística en comparación con lo que se obtiene en las instituciones financieras.

El informe destacó desarrollos como el registro de todas las transacciones en un libro de contabilidad permanente, el surgimiento de tecnologías novedosas y más baratas que la de Bitcoin, la volatilidad en el mercado, el volumen de hacks y los forks duros como preocupaciones que han afectado el ecosistema de Bitcoin.

En vista de esto, el mercado bajista prevaleciente junto con la caída del precio predispone a Bitcoin y altcoins como una “nueva clase de inversión institucional”, y esta ha sido la tendencia en el último año.

El estudio citó la nueva división de servicios criptográficos de Fidelity, las inversiones en empresas criptográficas como Binance y las aprobaciones regulatorias como evidencia del aumento de la participación de las instituciones financieras que otorgan credibilidad a la tesis del mercado.

El informe también registró el aumento gradual de crypto stablecoins, que más o menos comenzó en 2017, pero se ha acelerado este año. La disminución en los precios de la criptomoneda provocó un aumento en la proporción de los volúmenes comerciales de BTC tomados por el USDT.

La investigación, sin embargo, no considera que todas las stablecoins sobrevivan a largo plazo. Las que sobrevivan probablemente tendrán costos de transacción relativamente más bajos, una liquidez muy alta y una estructura reguladora clara.

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