En anteriores ocasiones hemos expuesto la influencia de la tecnología Blockchain en los sectores productivos, tanto distribución como la parte de transformación. Sin embargo, gran parte de estos sucesos han ocurrido por parte de empresas privadas o mixtas, con cierta influencia de los gobiernos pero con administración privada.
En esta ocasión te expondremos el caso de un gobierno europeo que oficialmente llama a la ayuda de la tecnología Blockchain, la cual tiene experiencia en revoluciones ideológicas.
Nos referimos al caso de Francia, el país en el cual su presidente, Emmanuel Macrón, solicitó oficialmente la aplicación de tecnología Blockchain para el área de agricultura.
Hacemos la acotación sobre revolución ideológica por la famosa Revolución Francesa, que casualmente e irónicamente comenzó por la pobre administración del sector agrícola. El presidente hizo sus comentarios durante la 56ª Feria Internacional de Agricultura en París el sábado.
Macron pidió la unidad entre las naciones europeas para contrarrestar la competencia de los mercados mundiales en China, Rusia y los Estados Unidos, subrayando la importancia de la Política Agrícola Común (PAC) de la UE en este sentido.
Identificó tres estrategias amplias para avanzar en la industria agrícola del continente y mantener una ventaja competitiva, afirmando que “ningún agricultor o consumidor quiere ser sometido al dictado de países no europeos”. Entre estas estrategias se encontraba un llamado a la innovación utilizando tecnologías de vanguardia como como Blockchain, con Macron diciendo:
“Hagamos esto en Europa, la vanguardia de la tecnología agrícola, desarrollando herramientas que rastreen todos los productos, desde la producción de materia prima hasta el envasado y el procesamiento. “La innovación está ahí y debe ser utilizada en el mundo agrícola, debe ser utilizada completamente porque está al servicio de la excelencia compartida y servirá al consumidor”.
Blockchain puede aportar transparencia a la producción y distribución agrícola para mitigar las crecientes preocupaciones de los consumidores sobre la procedencia y la sostenibilidad de los productos, agregó.
Si Francia consigue convencer a sus compañeros europeos, sería otra revolución ideológica obtenida para sus libros, solo que esta vez con menos muerte y guerras.