La aparición del fuego encendió la chispa de una evolución y revolución imparable en la historia de la Humanidad. Desde este primer descubrimiento que, casi podríamos considerar la Revolución 0, hemos pasado por otras tres revoluciones industriales señaladas.
La primera, surgida entre 1760 y 1830, gracias a la aparición de la máquina de vapor que supuso la mecanización de los procesos de producción. La segunda, alrededor de 1850 con la irrupción de la electricidad, que supuso la producción en masa. Y la tercera, surgida a mediados del siglo XX, gracias al desarrollo de la electrónica y las tecnologías de la información y las telecomunicaciones.
Hoy asistimos a la cuarta revolución industrial, caracterizada por el imparable fenómeno de la digitalización aplicado a la industria en todos los sectores.
El concepto Industria 4.0 (también señalado o referenciado como Revolución industrial 4.0, o Industria inteligente) corresponde a una nueva manera de organizar los medios de producción.
El objetivo que pretende alcanzarse es la puesta en marcha de un gran número de «fábricas inteligentes» (en inglés: «smart factories») capaces de una mayor adaptabilidad a las necesidades y a los procesos de producción, así como a una asignación más eficiente de los recursos, abriendo así la vía a una nueva revolución industrial o Revolución industrial 4.0.
Las bases tecnológicas en que se apoya esta orientación, entre otras son las siguientes:
- Internet de las cosas
- Sistemas ciberfísicos
- Cultura maker (Cultura Hágalo usted mismo)
- Fábrica 4.0
Sin embargo, la Industria 4.0 no se reduce exclusivamente a los cuatro puntos recién citado, pues es mucho más que eso. La Industria 4.0 es consistente con la llamada Cuarta Revolución Industrial, enfatizando y acentuando la idea de una creciente y adecuada digitalización y coordinación cooperativa en todas las unidades productivas de la economía.
El Internet de las Cosas, se ha considerado como “la próxima revolución industrial” por la forma en que cambiará la manera de vivir, trabajar, entretenerse, así como los gobiernos y las empresas interactúan con el mundo.
Imagina que puedes irte a correr y programar tus zapatillas para que envíe todos los datos de tu ejercicio a la nube. Imagina que estando en el supermercado puedes saber qué necesitas comprar porque tu nevera te avisa de lo que te falta. Imagina que antes de salir de casa puedes seleccionar dónde aparcar para no perder tiempo (y carburante) dando vueltas hasta encontrar sitio.
Todo eso tiene nombre: el Internet de las Cosas o “IOT” (Internet of the things). No es el futuro, no es una película de ciencia ficción, el Internet de las Cosas es dotar a los objetos cotidianos de conectividad a Internet y por tanto de inteligencia; y eso es ya el presente.
La consultora líder en el sector, Gartner, calcula que en 2020 entre 22.000 y 50.000 dispositivos estarán conectados a la red y que en 2025 se llegarán a cifras desorbitadas como 1 billón.
A parte de las Smart homes es cómo se denominan las casas con objetos domésticos conectados a Internet (como por ejemplo electrodomésticos, persianas, lámparas, etc). Por otra parte, una de las aplicaciones más interesantes es la de las Smart Cities, estas ciudades inteligentes estarán totalmente equipadas con sensores y radares para conseguir mayor comodidad tanto a ciudadanos como a gobernantes.
Podemos poner de ejemplo a Santander, ciudad que ya ha empezado a utilizar el IoTen sus calles, dotando de sensores a papeleras, farolas, árboles, edifico o incluso en vehículos. Con ello han conseguido una reducción sustancial de emisiones, mejorar la participación ciudadana o disponer de información para la planificación urbana.
Uno de esos avances es Internet de las Cosas (lnternet of Things, IoT). Es esta ola de Internet, como se la conoce, nos brinda una realidad nueva y conectada, que alcanza más dispositivos y objetos que nunca, y transforma nuestra manera de vivir, trabajar, comprar y divertirse. Es un cambio en todos los aspectos de la vida cotidiana.
El IoT ha tenido una gran explosión de popularidad debido a que los materiales de producción y conexión, como sensores, procesadores, memorias e incluso Internet, son cada vez más baratos y accesibles. Por eso, las alianzas empresariales abren nuevas posibilidades para crear productos y servicios que se conecten a la red y que brinden ventajas para que sus clientes puedan mejorar su estilo de vida.
¿Dónde podemos encontrar IoT?
La respuesta es sencilla: en todos lados. Seguramente, la mayoría ya tuvo contacto con alguno de estos objetos. Entre los primeros dispositivos que aparecieron, y que cada vez son más comunes, están los wearables (lentes, relojes, ropa, pulseras deportivas) y los de automóviles (Bluetooth, GPS, WiFi, entre otros).
También está en nuestros hogares. Existen electrodomésticos, luces, termostatos y calentadores de agua que se regulan según la configuración de cada usuario. Incluso, y como un gran avance, hay dispositivos conectados para procurar la salud, prevenir enfermedades y ofrecer todo tipo de recomendaciones para una vida más sana.
El IoT también se está transformando en una pieza clave para acrecentar los negocios de diversas industrias, al mejorar la eficiencia en la fabricación de diferentes productos y la automatización de un sinnúmero de servicios.
Gracias al IoT, las compañías de hoy pueden, por ejemplo, identificar distintos tipos de sensores que podrían desplegarse para mejorar el entorno del consumidor, al tiempo en que generan y registran datos sobre esos usuarios, lo que interviene en las decisiones de compra, en sus procesos de producción y -de paso-, en su desarrollo y crecimiento.
El desarrollo de Internet de las Cosas todavía presenta retos importantes, como los riesgos de seguridad y privacidad o la falta de estándares plenamente aceptados que hace que aún exista una gran fragmentación en los protocolos de conectividad que utilizan dispositivos y aplicaciones.
Con todo, los mayores retos están seguramente en la creación de nuevos productos, servicios y de los modelos de negocio que los hagan viables. Como todas las tecnologías, Internet de las Cosas es un habilitador. Su adopción masiva irá de la mano del desarrollo de soluciones para los problemas reales que tienen las personas o las empresas. Una pulsera que mide nuestra actividad puede resultar una novedad muy atractiva, pero si no encontramos su utilidad práctica acabará convirtiéndose en una anécdota o peor aún en una molestia.
¿Podemos hablar de una nueva revolución industrial y tecnológica?
Asistimos al nacimiento de una nueva ola del Internet con un potencial incalculable, listo para comenzar su expansión para conectar personas, objetos, máquinas y ecosistemas urbanos.
La industria 4.0 o la llamada cuarta revolución industrial es el nombre que la comunidad de expertos han venido a dar al fenómeno de la digitalización en las principales cadenas de producción, fabricación y suministro a través de la Realidad Virtual, la Inteligencia Artificial o el Internet de las Cosas.
De esta forma, mediante la comunicación de las máquinas entre ellas y de éstas con los seres humanos se está logrando una mayor optimización de los procesos con un menor coste, una mayor calidad y mayores vías de comunicación entre el fabricante y el consumidor final a través de una mayor personalización.
Romper la barrera mental de empresarios, trabajadores y ciudadanos e integrar nuevos procesos digitales son algunos de los retos a los que se enfrenta la Industria 4.0.
¿Cómo impactara la IoT en la cuarta revolución industrial?
El reto de la Industria 4.0 es ante todo tecnológico lo que supone reconvertir la industria actual, integrando todos estos procesos digitales como son las nuevas herramientas TIC como el Big Data, junto al correspondiente análisis de todos estos datos, el Internet de las Cosas, la computación en la nube, la Realidad Virtual y Aumentada y la ciberseguridad, junto a nuevos procesos como la fabricación aditiva, la automatización avanzada, la robótica autónoma y colaborativa.
Aportaran los siguientes beneficios:
- Mayor eficiencia y optimización de tareas
- Menor coste en los procesos
- Automatización de procesos industriales
- Sustitución del hombre por la máquina
- Demanda y formación de nuevos perfiles profesionales
- Mayor personalización de las herramientas de la tecnología de comunicaciones para las máquinas.
- Seguimiento en remoto
La automatización en la industria
El recelo sobre los beneficios de implementar el IoT en la empresa y la necesidad de ver el retorno de la inversión a corto plazo ha frenado en gran medida la implantación de procesos inteligentes en la industria. No obstante, la gran mayoría de las factorías actuales disponen ya de sistemas automatizados, solo que aún les falta dar el salto para aprovechar las virtudes de la inteligencia artificial y de Internet de las Cosas.
En primera línea se encuentran empresas logísticas españolas, que han encontrado la manera de hacer tangibles las ventajas de esta tecnología. Mediante el IoT, son capaces de diseñar mejores rutas de transporte y controlar de manera más centralizada y fiable sus servicios, además de predecir situaciones desfavorables. Esto les permite afrontar cualquier problema operativo con mayor rapidez y eficacia.
Pero cada vez son más las industrias que instalan sensores en sus procesos automatizados para mejorar su rendimiento y adelantarse a cualquier parada fortuita de la producción. Es el caso de cementeras en la India capaces de detectar fallos en su cadena de fabricación antes de que se produzcan. Y compañías como Ford o Airbus también han optado por esta tecnología con la puesta en marcha de sus primeras fábricas inteligentes.
Mejoras en el sector primario
Pero el IoT no solo servirá para dinamizar la industria pesada. Grandes productores del sector primario español llevan años empleando las bondades de la inteligencia artificial para perfeccionar sus cultivos y explotaciones ganaderas. Esto les permite desde ajustarse con mayor fiabilidad a la legislación vigente sobre trazabilidad de sus productos hasta mejorar el rendimiento diario de sus plantaciones y granjas.
De hecho, una startup de los Países Bajos ha diseñado un wearable para estudiar las distintas rutinas que pueden seguir las vacas y aconsejar a sus ganaderos las condiciones más óptimas para aumentar su producción láctea. Incluso la agricultura inteligente ofrecerá, según los expertos, la manera de cultivar más en menos terreno. Y esto se traduce en una reducción drástica de los costes para un sector que se enfrenta a la necesidad de alimentar a un planeta cada vez más poblado.
Algunas estimaciones elevan a 19 billones de dólares el impacto del Internet de las Cosas en la economía mundial de la próxima década, por lo que la humanidad se enfrenta a una verdadera revolución, no solo en el aspecto industrial, sino que sus beneficios se reflejarán también en la sociedad mediante edificios y ciudades conectadas más inteligentes y hasta un mercado laboral renovado con la aparición de nuevas profesiones que requerirán un esfuerzo formativo por parte de las instituciones para dar salida a la fuerte demanda que se avecina.
Como en cualquier revolución sólo quedan dos opciones innovar, mediante la inclusión de los últimos avances tecnológicos, y renovarse, a través de la adaptación a este nuevo escenario que se irá implantando de manera gradual. De lo contrario, quedaremos descolgados de una era fascinante que se abre ante nosotros con incertidumbres sí, pero también llena de ventajas y oportunidades para empresas, ciudadanos y países en general. La cuarta revolución industrial ha llegado para quedarse.