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El yen japonés atraviesa una de sus etapas más prolongadas de debilidad frente al dólar estadounidense. Tras años de tensiones cambiarias, diversos analistas y bancos internacionales anticipan que la moneda japonesa podría depreciarse aún más y aproximarse a niveles cercanos a 160 yenes por dólar hacia finales de 2026.
Estas proyecciones responden a factores estructurales como la divergencia en política monetaria, los amplios diferenciales de tasas de interés y los flujos de capital, que continúan inclinándose a favor del dólar frente a la divisa nipona.
Diferenciales de tasas y presión estructural
Uno de los factores que refuerza la proyección bajista del yen es la persistente brecha entre los rendimientos de Estados Unidos y Japón. Mientras la economía estadounidense ha operado con tasas de interés relativamente elevadas durante los últimos años, Japón ha sostenido una política monetaria considerablemente más laxa.
En esa línea, el Banco de Japón ha avanzado de forma gradual en la normalización de su política, pero los mercados no anticipan un ciclo agresivo de subidas de tasas en el corto ni en el mediano plazo.
Esta cautela contrasta con el atractivo que siguen ofreciendo los activos denominados en dólares, lo que incentiva la salida de capitales desde Japón y mantiene una presión constante sobre el yen.
Además, las tasas reales negativas en Japón continúan debilitando el atractivo de la moneda como activo refugio, un rol que históricamente desempeñó en periodos de elevada volatilidad global.
Carry trade, flujos globales y señales del mercado
A este escenario se suma la reactivación de las estrategias de carry trade como un factor adicional en la proyección hacia los 160 yenes por dólar. En este tipo de operaciones, los inversores se financian en monedas de bajo rendimiento, como el yen, para invertir en activos con mayores retornos, lo que amplifica la presión vendedora sobre la divisa japonesa.
Mientras el apetito por el riesgo global se mantenga estable y las condiciones financieras internacionales no se endurezcan de forma abrupta, estas estrategias podrían seguir ganando protagonismo durante 2026.
A ello se añade que, pese a algunos episodios de fortalecimiento temporal, el yen no ha logrado consolidar una recuperación sostenida. Los repuntes han sido breves y, por lo general, vinculados a eventos puntuales, sin alterar la tendencia estructural de fondo.
Japón ante posibles cambios en el mercado cambiario
No obstante, aunque el escenario de un yen en torno a 160 por dólar es ampliamente compartido por el mercado, la proyección no está exenta de riesgos.
Un cambio más rápido de lo previsto en la política del Banco de Japón, eventuales intervenciones directas en el mercado cambiario o un giro significativo en la estrategia monetaria de Estados Unidos podrían modificar esta trayectoria.
Del mismo modo, un enfriamiento más profundo de la economía estadounidense o recortes de tasas más agresivos por parte de la Reserva Federal reducirían el diferencial de rendimientos, ofreciendo cierto alivio al yen.
Aun así, mientras las condiciones actuales se mantengan, la mayoría de las previsiones coincide en que la moneda japonesa seguirá enfrentando presiones estructurales durante los próximos dos años.

















