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Elon Musk volvió a sacudir la conversación tecnológica global con una frase que, lejos de ser una simple predicción, suena a sentencia: el smartphone está condenado a desaparecer. En palabras del propio Musk, «no estoy trabajando en un teléfono. Puedo decirte hacia dónde creo que vamos, y es que no tendremos un teléfono en el sentido tradicional».
El empresario explicó que lo que hoy llamamos teléfono será en realidad «un nodo de borde para la inferencia de IA, con algunas radios para conectarse».
En otras palabras, el dispositivo físico será solo una extensión del cerebro digital: un punto de enlace entre la inteligencia artificial del servidor y la que opera localmente en el aparato, capaz de generar video, audio o información en tiempo real sobre cualquier cosa imaginable.
Musk fue aún más lejos: «no habrá sistemas operativos ni aplicaciones en el futuro; solo un dispositivo que servirá para la pantalla y el sonido, y para albergar la mayor cantidad posible de IA».
Un cambio que amenaza a todo el ecosistema móvil
Si su visión se cumple, implicaría el colapso del modelo que ha sostenido durante dos décadas a gigantes como Apple, Google y Samsung. El teléfono dejaría de ser un producto de consumo para convertirse en una puerta de acceso a modelos de inteligencia artificial en la nube.
La economía de las apps, valorada en billones de dólares, podría volverse obsoleta. Las búsquedas, los mapas, los chats y hasta el entretenimiento serían generados directamente por una IA integrada, sin necesidad de tiendas, permisos ni descargas.
En este futuro, el verdadero valor no residiría en el dispositivo, sino en quien controle los modelos de inteligencia artificial y la infraestructura que los ejecuta.
Es un golpe directo al corazón de Silicon Valley: Musk sugiere un mundo sin sistemas cerrados ni ecosistemas cautivos, donde el hardware solo exista para sostener la experiencia cognitiva de la IA.
El plan oculto detrás de la visión
Más allá de la especulación tecnológica, la frase encaja con la estrategia más amplia de Musk. Con proyectos como xAI y el asistente Grok, el multimillonario busca construir una inteligencia artificial independiente de los gigantes tradicionales. El objetivo no parece ser lanzar un teléfono, sino redefinir la forma en que los humanos interactúan con la información.
En ese mundo, el «teléfono» será solo un cuerpo. La mente estará en la nube. Y lo que antes llamábamos dispositivo móvil será apenas una interfaz momentánea en la evolución hacia una nueva era de simbiosis entre humanos y máquinas.

















