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Google anunció un avance que redefine el horizonte de la computación cuántica: su algoritmo Quantum Echoes logró ejecutar, por primera vez en la historia, un cálculo verificable más rápido que cualquier supercomputadora clásica. La hazaña se alcanzó con el chip Willow, que completó el proceso 13.000 veces más rápido que los sistemas tradicionales.
Un hito científico y de ingeniería
El estudio, publicado en la revista Nature, demuestra lo que Google denomina «ventaja cuántica verificable». El algoritmo Quantum Echoes fue capaz de modelar la estructura de moléculas con una precisión sin precedentes, abriendo paso a aplicaciones concretas en química, medicina y ciencia de materiales.
El principio detrás del experimento consiste en enviar una señal controlada a un sistema cuántico, alterar un qubit y revertir la evolución del sistema para detectar el «eco» resultante. Este eco se amplifica por interferencia constructiva, lo que permite mediciones extremadamente sensibles.
Según Google, esta técnica permite observar fenómenos naturales con una definición equivalente a leer el nombre en el casco de un barco hundido en el fondo del océano.
La madurez del chip Willow
El chip Willow, sucesor del sistema Sycamore, incorpora 105 qubits y una arquitectura que reduce drásticamente los errores, un desafío que durante tres décadas limitó el avance de la computación cuántica.
En 2019, Google ya había demostrado una ventaja cuántica teórica; ahora, con Quantum Echoes, esa ventaja se convierte en una herramienta experimental, verificable y replicable.
En colaboración con la Universidad de California, Berkeley, los investigadores aplicaron el algoritmo a moléculas de 15 y 28 átomos. Los resultados coincidieron con los obtenidos mediante técnicas de Resonancia Magnética Nuclear (NMR), pero además revelaron información estructural adicional, validando el potencial del enfoque cuántico.
Hacia la era de las aplicaciones prácticas
Google describe este avance como un paso hacia una especie de «cuantoscope», un microscopio cuántico capaz de observar fenómenos hasta ahora invisibles.
Las posibles aplicaciones incluyen el desarrollo de nuevos medicamentos, materiales avanzados y fuentes de energía más eficientes. La empresa busca ahora alcanzar su hito 3 en la hoja de ruta cuántica: el desarrollo de un qubit lógico de larga vida, clave para un ordenador cuántico totalmente funcional y libre de errores.
La frontera entre lo teórico y lo práctico en la computación cuántica acaba de desdibujarse. Lo que antes era una promesa científica empieza a transformarse en una herramienta real.

















