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Geoffrey Hinton, conocido como el «Padrino de la IA», no dio una predicción más en medio del ruido tecnológico. Lo que dijo abrió una grieta en la narrativa dominante: aseguró que Google está comenzando a superar a OpenAI, y que lo sorprendente no es que lo haga ahora, sino que haya tardado tanto. Esa frase, en apariencia simple, es en realidad una radiografía del nuevo poder en la inteligencia artificial.

Según Hinton, los recientes lanzamientos de Google y sus ventajas de infraestructura muestran que la carrera ya no se define únicamente por los modelos más avanzados, sino por la capacidad de sostenerlos. La competencia dejó de ser una batalla de algoritmos para convertirse en algo más profundo: una disputa por quién controla las capas invisibles que hacen posible esta tecnología.

La ventaja que no se ve: Google domina la infraestructura

Hinton sugiere que Google está tomando ventaja porque posee algo que OpenAI no tiene: un ecosistema diseñado durante décadas para operar a escala planetaria.

Google cuenta con centros de datos propios, chips TPU, redes privadas de fibra óptica y un caudal de datos inmenso proveniente de Search, YouTube, Android y Chrome. En un mundo donde la IA exige cada vez más energía y computación, esta estructura pesa más que cualquier modelo individual.

OpenAI, por su parte, depende de Microsoft para ejecutar su visión. Puede innovar, puede sorprender, pero no controla las bases físicas que sostienen su tecnología. Y esa dependencia se vuelve un límite en un escenario donde la infraestructura ya no es un detalle técnico, sino el corazón del poder.

Lo que Hinton insinúa es que la IA dejó atrás la etapa donde una startup podía desafiar a un gigante. La anomalía que permitió a OpenAI liderar durante un tiempo se está desvaneciendo, sustituida por un entorno donde la escala vuelve a ser determinante.

La carrera cambia de forma: del software a la energía

Las palabras de Hinton apuntan a un cambio de paradigma: la inteligencia artificial dejó de ser una competencia de modelos y pasó a ser una competencia de infraestructura.

Los modelos importan, pero la capacidad de entrenarlos, desplegarlos y mantenerlos importa más. Ya no se trata solo de creatividad o velocidad de innovación, sino de quién puede sostener el costo energético y computacional de la próxima generación de IA.

Por eso Hinton afirma que Google «ganará». No porque Gemini 3 sea mejor que GPT en cada métrica, sino porque Google tiene la maquinaria para escalar indefinidamente. Controla la electricidad, los chips, los servidores y los datos; controla, en definitiva, las bases que hacen posible pensar en gran escala.

Lo que está en juego no es un producto, sino la columna vertebral del futuro digital.

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