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Muchos usuarios creen que pueden «apagar» completamente el rastreo del teléfono. Desactivan permisos, cierran ubicaciones y bloquean anuncios personalizados pensando que así recuperan el control total de su privacidad.

Pero esa idea no coincide con cómo funcionan realmente Android y iOS. Incluso con todo desactivado, los sistemas siguen enviando cierta telemetría mínima, necesaria para su funcionamiento. No es espionaje. No es un error. Es diseño moderno.

Android y los datos que no se pueden apagar

Un estudio de Trinity College Dublin, liderado por el profesor Douglas Leith, analizó cómo Android se comporta incluso en una configuración «mínima». El resultado fue claro: servicios internos como Google Play Services continúan enviando datos técnicos, aunque el usuario apague todas las opciones visibles.

Estos datos incluyen fallos del sistema, estado de conectividad, identificadores de hardware, estadísticas de estabilidad y señales internas necesarias para mantener el teléfono funcionando.

Google detalla en su documentación que estos procesos forman parte de Essential Device Services, un conjunto de comunicaciones indispensables que permiten actualizaciones, validaciones de seguridad y sincronizaciones de base.

El usuario puede controlar mucho, pero no todo. Parte de la actividad técnica sigue activa porque, sin ella, Android dejaría de operar con normalidad.

Lo que iOS también transmite en segundo plano

Apple suele comunicar mejor sus políticas de privacidad, pero aun así mantiene un flujo mínimo de datos que el usuario no puede desactivar por completo.

La compañía explica en su documentación que existen comunicaciones ligadas a seguridad del sistema, detección de fallos, verificación de conectividad y protección contra fraudes. Todo esto forma parte de lo que llama Necessary Device Communications.

Incluso si el usuario desactiva la opción de compartir análisis, iOS sigue enviando señales técnicas en segundo plano para garantizar que el sistema se mantenga íntegro.

Procesos como verificaciones automáticas a servidores de Apple, comprobaciones de certificados o diagnósticos mínimos continúan funcionando porque son esenciales para la estabilidad del dispositivo.

No son datos personales ni información sensible. Son señales técnicas que mantienen vivo el ecosistema.

La telemetría mínima: el límite invisible para la privacidad

La clave es entender qué se envía exactamente. No se trata de conversaciones, fotos o ubicaciones. Es telemetría: pings, logs, confirmaciones de conectividad, consultas DNS y diagnósticos internos.

Estos datos no buscan identificar al usuario, pero existen y viajan incluso cuando todos los interruptores visibles están apagados. Eso genera una brecha entre lo que el usuario cree que controla y lo que realmente controla.

La alerta no está en que el sistema envíe estos datos -muchos son necesarios para la seguridad- sino en que casi nadie lo explica de forma clara. La privacidad dejó de ser un interruptor binario. Hoy es un equilibrio entre funcionamiento técnico, seguridad del dispositivo y expectativas del usuario.

La pregunta no es si Android e iOS deberían enviar telemetría mínima. La pregunta es por qué la mayoría sigue creyendo que puede activar un «modo completamente privado» que, en la práctica, no existe.

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