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Durante años, los creadores de contenido han sido los protagonistas invisibles de la economía digital. Desde videos virales hasta ilustraciones, podcasts y newsletters, su trabajo ha sostenido plataformas multimillonarias que, sin embargo, les ofrecen una escasa participación en los beneficios.

En este contexto, Web3 emergió como una promesa: un nuevo paradigma donde los creadores podrían recuperar el control sobre su obra, sus ingresos y su comunidad.

Pero a medida que esta infraestructura se expande, surgen preguntas incómodas: ¿es realmente más justa esta economía? ¿O simplemente traslada viejas desigualdades a un nuevo entorno técnico?

Web2: el modelo extractivo de la creatividad

En el modelo Web2, la creación de contenido está mediada por plataformas centralizadas. YouTube, Instagram, TikTok y otras redes sociales ofrecen visibilidad y herramientas, pero a cambio de una parte significativa del valor generado. Los algoritmos deciden qué se muestra, cuándo y a quién. La monetización depende de métricas opacas, acuerdos publicitarios y políticas que pueden cambiar sin previo aviso.

En este esquema, el creador no es dueño de su audiencia ni de los datos que genera. Su trabajo se convierte en materia prima para modelos de negocio que priorizan la retención y la publicidad, no la sostenibilidad del talento.

Web3: soberanía, tokens y nuevas herramientas

Web3 propone una arquitectura distinta. En lugar de depender de plataformas, el creador puede operar como un nodo autónomo. Su wallet es su identidad. Su contenido puede vivir en redes descentralizadas como IPFS. Puede monetizar directamente mediante NFTs, tokens sociales o suscripciones gestionadas por contratos inteligentes.

Además, puede formar parte de DAOs (Organizaciones Autónomas Descentralizadas) donde las decisiones sobre gobernanza, distribución de fondos o curaduría de contenido se toman colectivamente. En teoría, esto elimina intermediarios y devuelve el poder a quienes crean.

¿Más justa para quién? Exclusión técnica y nuevas jerarquías

Sin embargo, esta promesa no es universal. Participar en Web3 requiere conocimientos técnicos, acceso a herramientas específicas y familiaridad con conceptos como fees, contratos inteligentes o gestión de claves privadas. Para muchos creadores, especialmente en regiones con menor infraestructura digital, estas barreras son significativas.

Además, la visibilidad en Web3 también depende de redes sociales, influencers y plataformas emergentes. Está surgiendo una nueva élite: creadores cripto-nativos que dominan el lenguaje, las herramientas y los códigos culturales del ecosistema. La descentralización no garantiza equidad si no se acompaña de accesibilidad.

La propiedad digital: ¿ficción útil o ilusión peligrosa?

Uno de los pilares de la economía Web3 es la propiedad digital. Un NFT, por ejemplo, permite «poseer» una obra, un acceso o una experiencia. Pero esta propiedad es condicional: depende de contratos desplegados en redes específicas, de servidores que alojan metadatos y de la permanencia de la infraestructura.

¿Qué ocurre si el contrato se corrompe, si la red desaparece o si el creador pierde su clave? ¿Qué significa poseer algo que no se puede tocar, transferir o heredar fácilmente? La propiedad en Web3 es más simbólica que jurídica, más performativa que estable.

Gobernanza y comunidad: entre la participación y el ruido

Las DAOs prometen participación directa en la toma de decisiones. Pero en la práctica, muchas enfrentan problemas de baja participación, concentración de votos en grandes holders y decisiones técnicas que pocos comprenden. El creador puede tener voz, pero no siempre tiene influencia.

Además, la gobernanza distribuida puede generar ruido, fragmentación y lentitud. ¿Cómo se equilibra la autonomía con la eficiencia? ¿Puede un creador confiar en una comunidad para definir el rumbo de su obra?

El creador como emprendedor: libertad y precariedad

En Web3, el creador ya no es solo artista o comunicador. Debe ser gestor de comunidad, estratega de tokens, diseñador de experiencias y administrador de contratos. Esta autonomía es poderosa, pero también agotadora.

La promesa de libertad puede convertirse en una forma de autoexplotación. Sin estructuras de apoyo, sin redes de cuidado, sin ingresos estables, muchos creadores enfrentan una precariedad similar -o incluso mayor- a la que vivían en Web2.

Tendencias emergentes sin nombres propios

A pesar de estas tensiones, están surgiendo modelos interesantes:

  • Creadores que emiten tokens personales para financiar su trabajo y compartir beneficios con su comunidad.
  • Plataformas que distribuyen ingresos automáticamente según reglas transparentes.
  • Comunidades que votan sobre qué obras apoyar, qué contenidos destacar o cómo redistribuir fondos.

Estas dinámicas aún están en fase experimental, pero muestran que es posible imaginar otras formas de relación entre creación, valor y comunidad.

Web3 como laboratorio de nuevas narrativas

Más allá del dinero, Web3 permite explorar nuevas formas de expresión: obras generativas, archivos vivos, performances interactivas, contratos como poesía. El creador no solo produce contenido: diseña experiencias, protocolos, rituales.

En este sentido, Web3 puede ser un laboratorio para narrativas descentralizadas, donde la obra no está terminada, sino que evoluciona con la comunidad. Aquí, la justicia no se mide solo en ingresos, sino en libertad expresiva y resonancia colectiva.

¿Justicia en construcción?

La economía del creador en Web3 no es una utopía realizada, sino un territorio en disputa. Ofrece herramientas poderosas, pero también exige nuevas habilidades, nuevas responsabilidades y nuevas formas de pensar la propiedad, la comunidad y el valor, además de talento natural para enganchar seguidores.

La pregunta no es si Web3 es más justa, sino cómo podemos construir justicia en ella. ¿Qué estructuras necesitamos? ¿Qué narrativas queremos sostener? ¿Qué tipo de creadores queremos ser? Y, más importante aún, ¿es sostenible en el tiempo?

2 COMENTARIOS

  1. Las respuestas las veremos en el día a día. Muchos conceptos son complicados para quienes no dominamos el lenguaje y simplemente nos movemos guiados por el instinto o la marea. Sí aprendemos saldremos adelante y si no pereceremos. En esto funcionamos igual a la naturaleza.

    • En Web3 jamás «se perece», por su propia característica de inmutabilidad.

      Lo que sí puede pasar es que las contribuciones de un creador pasen sin pena ni gloria, por la amplia cantidad de contenido compartido.

      La tendencia a creer en nuestro propio ego, es precisamente, el enemigo a vencer. Por lo que investigar sobre lo que le gustaría al público objetivo leer es una prioridad intrínseca del creador.

      Es la única manera de «hacerse un sitio» en la web3

      Gracias por leer y compartir su perspectiva.

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