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En medio del bullicio de LABITCONF 2025, entre paneles, pantallas LED y conversaciones sobre adopción masiva, escuché una frase que me atravesó como un rayo: «Los creadores de contenido son la guerrilla de la Web3».
No era una simple metáfora. Era una verdad que muchos sentimos, pero pocos nos atrevemos a decir en voz alta.
Porque mientras los grandes exchanges levantan torres de marketing y los fondos de inversión marcan el pulso de la industria, somos nosotros -los que escribimos, contamos, analizamos o grabamos desde el teléfono- quienes sostenemos el relato de este nuevo mundo digital.
Sin presupuestos millonarios ni directrices corporativas, solo con una visión, una perspectiva clara y el deseo de hacer una diferencia real.
La trinchera invisible
La Web3 no nació en oficinas con aire acondicionado. Nació en foros, en chats anónimos, en publicaciones que apenas unos pocos leían. Y en ese espíritu original, los creadores de contenido seguimos siendo la resistencia narrativa.
Somos quienes documentamos el caos, traducimos la innovación, cuestionamos a los ídolos y amplificamos lo que otros callan. Cada nota, cada hilo, cada video publicado con convicción es un acto de insurgencia digital.
No tenemos tanques, tenemos palabras. No lanzamos campañas, lanzamos ideas. Y en un ecosistema donde la atención vale más que el oro, somos quienes mantenemos la llama encendida.
Entre la IA y la autenticidad
Hoy cualquiera puede generar contenido con un clic. La inteligencia artificial democratizó la producción, pero también la vació de alma. En ese ruido, el creador humano se vuelve más necesario que nunca: alguien que no solo informa, sino que interpreta, siente y elige qué historia vale la pena contar.
Aquí radica la diferencia entre un medio automatizado y uno con conciencia. Esa es la razón por la que CriptoTendencia existe: para aportar rostro, ética y criterio humano a un ámbito que corre el riesgo de transformarse en un algoritmo sin corazón.
La voz que no se apaga
En LABITCONF 2025 lo entendí con claridad: la descentralización no es solo tecnológica, también es narrativa. La Web3 no necesita más slogans. Necesita voces que no se vendan, relatos que incomoden, ideas que resistan.
Porque cuando el ruido se apague y las burbujas estallen, quedará lo que siempre sostuvo este movimiento: la historia contada por quienes creyeron antes que fuera rentable creer.
Y ahí estaremos -los creadores, los cronistas, los soñadores- escribiendo desde nuestras trincheras digitales, como la verdadera guerrilla de la Web3.
