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La Oficina Nacional de Juegos de Azar de Rumanía (ONJN) decidió el 31 de octubre incluir a Polymarket en su lista oficial de operadores prohibidos, al considerar que la plataforma ofrece servicios de apuestas sin licencia.
El organismo afirmó que, independientemente de si los contratos se ejecutan en moneda fiduciaria o criptomonedas, toda predicción que implique recompensas monetarias entra dentro de la definición legal de «juego de azar» y requiere licencia para operar en el país. En consecuencia, los proveedores de Internet deberán bloquear el acceso a Polymarket dentro del territorio rumano.
Reguladores contra la frontera difusa del «event-trading»
La ONJN señaló que Polymarket funciona como un mercado de predicción donde los usuarios apuestan sobre resultados políticos, deportivos o financieros, con la empresa actuando como intermediaria y cobrando comisión. Esa estructura, explicó el regulador, equivale a una casa de apuestas digital, aunque esté construida sobre blockchain.
El caso se intensificó durante las elecciones rumanas, cuando se estima que se movieron más de 600 millones de dólares en predicciones relacionadas con los comicios. Para la autoridad, fue la confirmación de que Polymarket actúa como un operador de apuestas no autorizado.
La decisión convierte a Rumanía en uno de los primeros países europeos en declarar formalmente que las predicciones cripto también deben someterse a las leyes del juego tradicionales.
Un mensaje para toda la industria Web3
El episodio plantea una pregunta de fondo para el ecosistema: ¿dónde termina la innovación financiera y empieza el juego de azar digital?
El movimiento de la ONJN podría inspirar acciones similares en otros países de la Unión Europea, donde los reguladores observan con atención el crecimiento de las plataformas de «event-trading».
Mientras tanto, Polymarket avanza con su relanzamiento en Estados Unidos bajo un modelo regulado, intentando marcar distancia entre predicción descentralizada y apuestas ilegales.
Para los proyectos Web3 que operan con contratos sobre resultados futuros, el caso rumano deja una lección clara: la tecnología no exime de la regulación.
Los próximos meses dirán si Polymarket logra adaptarse al tablero legal europeo o si este veto se convierte en un efecto dominó para todo el sector.
