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Bitcoin volvió a demostrar que no juega bajo las reglas de nadie. Mientras su precio supera los 114.000 dólares, con un avance de más de 100% en el último año, en Wall Street se respira la ilusión de que el activo más disruptivo del siglo puede encajar en sus moldes.

Evolución del precio de Bitcoin en el último año. Fuente: Google Finance

ETFs: la ilusión de control

Los ETFs de Bitcoin en EE. UU. son el mejor reflejo de esa tensión. BlackRock, Fidelity y otros gigantes han canalizado miles de millones en flujos, con jornadas como la del 10 de septiembre, donde el mercado vio entradas netas por más de 530 millones de dólares. Sin embargo, en las mismas semanas hubo días rojos, con retiros que superaron los 200 millones.

No es lineal, no es predecible: es Bitcoin mostrando que la volatilidad no se elimina con un ticker regulado. La misma herramienta que promete estabilidad puede convertirse en un espejo de la naturaleza indomable del activo.

La narrativa institucional

En los pasillos de Wall Street se insiste en que la tokenización, los fondos cotizados y la custodia bancaria son la vía para «normalizar» un activo nacido del caos financiero de 2008. La estrategia suena lógica: envolver a Bitcoin en estructuras conocidas, someterlo a supervisión y ofrecerlo como un producto más dentro del menú financiero.

El problema es que Bitcoin nunca buscó ser normal. Su código abierto, su límite inquebrantable de 21 millones de monedas y su resistencia a la censura apuntan a algo mucho más profundo: la independencia monetaria frente al sistema tradicional.

¿Quién absorbe a quién?

Wall Street puede aportar liquidez, accesibilidad y legitimidad para millones de inversores que jamás habrían tocado una wallet. Pero pensar que eso equivale a domesticar a Bitcoin es un error de cálculo.

La historia de las últimas semanas lo confirma: incluso con las mayores instituciones financieras apostando por su adopción, el mercado responde con una dinámica propia, indiferente a los calendarios corporativos y a los balances trimestrales.

El verdadero riesgo para Wall Street no es que Bitcoin falle en ser absorbido, sino que logre lo contrario: transformar las finanzas desde adentro, colonizando a los mismos que intentan controlarlo.

El dilema abierto

La pregunta ya no es si Bitcoin sobrevivirá a los intentos de regulación y asimilación. La verdadera incógnita es si Wall Street logrará someterlo o si, en el proceso, terminará redibujando las bases mismas del sistema financiero.

Al final, la pregunta incómoda sigue en pie: ¿será Bitcoin un caballo domesticado en el establo de los gigantes financieros, o morderá la mano de quienes hoy creen tenerlo bajo control?

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