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La competencia entre OpenAI y Google por el dominio de la búsqueda digital y la inteligencia artificial se encuentra en un punto crítico.
Según revelaciones recientes, OpenAI habría utilizado información derivada de resultados de búsqueda de Google a través de SerpApi, un servicio de web scraping, con el objetivo de mejorar la precisión y cobertura de ChatGPT en consultas en tiempo real.
Esta situación no solo refleja la interdependencia tecnológica entre rivales, sino que también expone los dilemas legales y estratégicos que definen la actual batalla por el futuro de la búsqueda en línea.
OpenAI y el uso de Google Search como fuente de entrenamiento
El informe señala que OpenAI, pese a contar con su propio rastreador web y acceso a la API de búsqueda de Bing, ha enfrentado limitaciones para ofrecer resultados confiables en áreas complejas como noticias financieras, deportivas o de actualidad.
Para cubrir estas brechas, habría recurrido a SerpApi, un intermediario que extrae información directamente del índice de Google.
Lo llamativo es que Google rechazó en el pasado una solicitud formal de OpenAI para acceder a su índice, pero no ha tomado medidas legales contra SerpApi. Sin embargo, la presión regulatoria y el actual proceso antimonopolio contra Google en EE.UU. podrían limitar sus acciones.
Al mismo tiempo, este escenario revela una paradoja: mientras compiten en el terreno de la búsqueda, OpenAI sigue alquilando infraestructura en Google Cloud para operar ChatGPT.
Tensiones estratégicas y dilemas de autenticidad en la información
La dependencia de fragmentos de Google genera inquietudes sobre la transparencia y la autenticidad de las respuestas de ChatGPT. Un exingeniero de Google, Abhishek Iyer, realizó pruebas creando páginas ficticias visibles únicamente en el índice de Google.
Posteriormente, ChatGPT respondió consultas basándose en esos contenidos, lo que confirmaría el uso indirecto de snippets de Google como insumo para el modelo.
Este hallazgo plantea interrogantes sobre los límites de la innovación y la propiedad intelectual en un mercado donde los datos son la materia prima más valiosa. Además, la situación resalta la dificultad de construir un índice propio a la escala de Google, que procesa más de 5 billones de búsquedas al año, frente a los 700 millones de usuarios semanales que actualmente registra OpenAI.
Un futuro marcado por la rivalidad y la interdependencia
El caso muestra que, incluso en un contexto de competencia feroz, la interdependencia tecnológica sigue siendo inevitable. OpenAI busca expandir ChatGPT como alternativa de búsqueda, pero depende en parte de la infraestructura y los datos de Google para sostener su crecimiento.
La gran incógnita es si Google decidirá abrir su índice a terceros por mandato regulatorio o si intensificará su estrategia de defensa.
En cualquier escenario, lo que está en juego no es solo el liderazgo en el mercado de búsquedas, sino el control de la información global en la era de la inteligencia artificial.

















