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A principios de mayo de este año estuvo en auge la fiebre de las imágenes al estilo Studio Ghibli. Esta función de ChatGPT permite a las personas transformar sus fotos en caricaturas de forma sencilla. El fenómeno desató un debate sobre el verdadero impacto ambiental de un prompt de IA. En redes sociales circularon múltiples teorías, pero surge la pregunta: ¿hay evidencia real detrás o es solo temor a lo desconocido?

Google dio una respuesta que ayuda a dimensionar lo que ocurre cuando hacemos una simple solicitud a un chatbot. En una publicación de blog, la compañía aseguró que un prompt en Gemini equivale al consumo energético de mantener la televisión encendida durante 9 segundos.

En su análisis, la empresa calculó el consumo de energía, agua y las emisiones de carbono asociadas al uso de sus modelos. Diversos científicos advierten que el impacto ambiental de la inteligencia artificial podría convertirse en una amenaza significativa a largo plazo. A medida que la tecnología se masifique, su huella ambiental crecerá proporcionalmente.

La estimación de Google sobre el consumo por cada prompt refleja esta realidad. Los bots están disponibles en todas partes y al alcance de cualquiera con un teléfono móvil y conexión a internet. En definitiva, el impacto ambiental es el costo que acompaña al progreso social y económico que la IA representa.

El impacto económico de la IA en los próximos años

Cuando se analiza el impacto económico de la IA, no se habla de plazos de décadas, sino de pocos años. Según Goldman Sachs, esta tecnología impulsará un crecimiento del 7% del PIB global en apenas 10 años. Esto equivale a unos 7 billones de dólares, es decir, cerca de una quinta parte de toda la deuda pública de Estados Unidos.

Sin embargo, si este crecimiento no se gestiona adecuadamente, el impacto ambiental podría agravar problemas ya críticos. El aumento en emisiones de carbono aceleraría el deterioro de la capa de ozono y permitiría la entrada de radiación solar en exceso.

De esta manera, mientras la IA impulsa la economía, podría deteriorar sectores clave. El calentamiento global, por ejemplo, tendría consecuencias severas en el sector inmobiliario de zonas turísticas costeras.

Frente a este desafío, las compañías desarrolladoras de IA buscan mitigar su huella. ChatGPT, por ejemplo, consume actualmente 0,34 Wh de energía y una quinceava parte de una cucharadita de agua por cada prompt. Google asegura que sus esfuerzos se enfocan en reducir aún más estos valores.

Según la empresa, el modelo actual de Gemini logró una reducción de 33 veces en consumo de energía y de 44 veces en emisiones de carbono. Si se mantiene esta relación inversa entre el crecimiento de los desarrollos y la disminución del impacto ambiental, la IA podría dejar de ser percibida como una amenaza desde la perspectiva de sostenibilidad planetaria.

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