Al hablar de las criptomonedas más importantes del mercado, son muchos los aspectos que se analizan en las mismas. Su escalabilidad, velocidad, capitalización y muchos otros elementos son utilizados para calificar a los distintos cripto activos. Sin embargo, hay un elemento que normalmente es dejado de lado: la sustentabilidad ecológica. Algo que nuestra moneda de hoy, Nano, tiene muy en cuenta en su funcionamiento.
Nombre: Nano
Siglas: NANO
Año de lanzamiento: 2015
Volumen circulante: 133.248.297 NANO
Precio a día de hoy: 0,79 dólares
Capitalización de mercado: 106.320.719 dólares (48avo puesto)
Desde su nacimiento en el año 2008, las criptomonedas se han enfocado en muchas y muy distintas áreas. Desde el intento por constituir una alternativa viable frente al dinero fiat, abanderado por Bitcoin. Hasta la prestación de servicios financieros para instituciones tradicionales, como es el caso de XRP.
Esto ha generado un ecosistema de criptomonedas bastante nutrido, con una gran variedad de funciones, tamaños y modos de organización. Lo que en definitiva ha enriquecido al cripto mundo, y proporcionado a empresas de todo el planeta la posibilidad de utilizar esta tecnología en su favor.
Sin embargo, hay un aspecto que prácticamente ninguna criptomoneda ha tomado en cuenta a la hora de empezar operaciones. Y nos referimos por supuesto, a la contaminación generada por el cripto mundo día con día. Pues, lo cierto es que a pesar de trabajar en un entorno digital, las criptomonedas tienen una incidencia en el medio ambiente.
Especialmente debido a los procesos de minado, los cuales consumen una enorme cantidad de energía eléctrica, siendo por lo tanto muy contaminantes. Algo de lo que se dio cuenta el Ingeniero Colin LeMahieu, quien en 2015 lanzó RaiBlock.
Una criptomoneda que intentaba ser amigable con el medio ambiente, hasta que en el año 2018 vivió un cambio de marca. Acabando por asumir el nombre Nano, bajo la Nano Foundation, con el cual opera en la actualidad, y gracias al cual su valor subió 40% tan solo 24 horas después de haber cambiado el nombre.
El objetivo fundamental de Nano, como el de la mayoría de las criptomonedas, es el de ser una alternativa viable para el dinero fiat. Permitiendo que personas en todo el mundo utilicen su Blockchain para realizar transacciones financieras, y adquirir bienes y servicios.
Pero, a diferencia de otras criptomonedas, Nano intenta conseguir este objetivo de una forma eco-amigable. No contribuyendo a la emisión de gases contaminantes al medio ambiente. Además de apuntar a mantener un punto en el que no se cobra ningún fee por realizar operaciones dentro de la Blockchain.
Para evitar colaborar en la contaminación del medio ambiente, Nano ha ideado un sistema para no necesitar de la minería en la emisión de la criptomoneda. Para lo cual, lanzó su propio sistema de emisión a través de captchas.
Así, cualquier persona que desde 2015 quisiera adquirir Nanos (en ese entonces Raiblock). Solo tenía que entrar a la faucet de la fundación, y resolver varios captchas complejos a partir de los cuales obtendría cierta cantidad de Nano. Esto permitía democratizar la utilización de esta Blockchain, pues no es necesario un hardware costoso para realizar captchas y obtener la moneda.
Además de esto, Nano ha creado una plataforma que permite a sus usuarios llevar a cabo transacciones financieras, sin pagar absolutamente ninguna comisión. Una diferencia abismal cuando se compara con las altas comisiones cobradas por las instituciones financieras internacionales. Y aun incluso por otras criptomonedas.
Nano es de las pocas criptomonedas en todo el mundo, que se preocupa de alguna forma por el bienestar ecológico de nuestro planeta. Y desde este punto de vista, constituye sin duda un caso único entre las monedas virtuales, lo que le permite diferenciarse dentro de un mercado tan concurrido.
Sin embargo, las capacidades técnicas de Nano no hacen honor a su compromiso ecológico. Pues, al apuntar a realizar las mismas operaciones que se pueden llevar a cabo con otros criptoactivos, solo que de forma ecológica. No proporciona realmente un aliciente para que los usuarios migren desde sus monedas de confianzas hacia Nano.
Por ello, cuando ha logrado construir comunidades de desarrolladores de importancia en varios países, incluyendo Venezuela y Brasil. Es crucial para la criptomoneda que logre diferenciarse de otras más veteranas como el propio Bitcoin. O de lo contrario, se condenaría a si misma al anonimato, y por tanto también su efecto en el medio ambiente sería reducido.
Nano ha logrado construir suficientes alianzas con terceras organizaciones, para garantizar una oferta de wallets suficiente para toda su comunidad. Por lo que, podrás guardar tus Nano en billeteras digitales nativas de la Nano Foundation como NanoVault, o en wallets de reconocimiento mundial como lo son Exodus, Ledger y Trust Wallet.
En estos momentos, y mientras escribimos estas palabras, el planeta tierra se encuentra en crisis. El cambio climático y los efectos negativos del mismo, son tanto inaplazables como incuestionables. Y hasta los momentos, el compromiso de los países del mundo se ha mostrado insuficiente para alcanzar las metas mínimas, para que nuestro planeta pueda sobrevivir.
Por esta razón, la parte que tienen las criptomonedas en este proceso de contaminación ambiental, debería ser tema de discusión dentro de la cripto comunidad. Y ese probablemente sea el principal merito de Nano, el poner sobre la mesa un tema que muchos deciden evitar, pero que está aquí y es importante.
A pesar de lo cual, si no logra mejorar sus capacidades comunicacionales, este mensaje corre el riesgo de perderse. Pues, las capacidades técnicas de Nano, hasta los momentos, no resultan ser suficientes para llamar la atención de la cripto comunidad. Y volverse una competencia para otras criptomonedas de altura, lo que constituiría la única vía para realmente impactar a nuestro medio ambiente.
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