Muchos concordaran con que el 2018 no fue el mejor año para las criptomonedas. Con un mercado bajista prolongado, recuperaciones lentas y fuertes regulaciones de parte de las autoridades de cada país, el panorama no pintó una imagen para nada alentadora.

Pero el golpe más fuerte fue cuando, hace unas semanas, los precios de las monedas digitales llegaron a sus puntos más bajos en el año, haciendo que los entusiastas del cifrado perdieran grandes cantidades de dinero. Esto fue devastador para muchos; tanto es así, que en varias oportunidades me topé con comentarios como “desearía no haber conocido Bitcoin” y “ojalá las criptomonedas no existieran”. Pero, ¿de verdad queremos un mundo sin criptomonedas?

Imaginemos por un momento que las monedas digitales no existen. Primero, muchos inversionistas no hubiesen perdido tanto dinero en la reciente caída del mercado, ni en las anteriores que ocurrieron durante el año.

Las miles de personas que han sido estafadas con Ofertas Iniciales de Moneda (ICO, por sus siglas en inglés), fraudulentas y “Give Away” falsos aún conservarían sus fondos. Los delincuentes no tendrían otra herramienta para salir impunes cuando cometen crímenes. Desastres como los de Coincheck no habrían ocurrido nunca.

Sí, un mundo así puede sonar bastante prometedor. Pero estamos olvidando muchas cosas que también perderíamos si nunca hubiesen existido los criptoactivos.

Como la capacidad de poder controlar nuestro propio dinero sin necesidad de un ente de por medio, cosa que para mucho ha sido uno de los símbolos más puros de libertad en nuestros días. Que antes de la caída, muchas personas se beneficiaron de la volatilidad de las criptomonedas, llegando a obtener ingresos que nunca imaginaron.

Que con las monedas digitales se les brinda una oportunidad a las personas no bancarizadas para que puedan mover sus fondos de forma electrónico, ayudando a muchos minoristas a construir sus negocios. También las personas que desean enviar dinero a sus familiares, pero sus objetivos han sido detenidos por conflictos políticos o de otra índole.

Estos años las criptomonedas han sido símbolo de libertad y oportunidades, dos cosas que los seres humanos buscamos desesperadamente. Y si las monedas digitales nunca hubiesen existido, de igual forma la humanidad buscaría otras formas de conseguir esos dos aspectos. Y, al igual que el cifrado, al principio habría causado confusión y rechazo.

No es la primera vez que se nos presentan casos como este. La evolución de la humanidad se ha basado en situaciones similares. Cada paso que da el hombre para evolucionar representa cambios y estos generan miedo al principio, pero luego la sociedad entiende que son necesarios para avanzar y ser mejores.

Un claro ejemplo de esto es la creación de Internet; al principio se pensaba que no se llegaría a ningún lado con algo tan difícil de comprender y ahora no podemos imaginar un mundo sin él.

Por ello, imaginar un mundo sin criptomonedas, aunque tentador, termina siendo fútil. En lugar de eso, hay que tratar de entenderlas y confiar más en ellas, porque son parte del futuro que la humanidad ha estado, sigue y seguirá buscando.

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