Recién estrenado el 2018, el intercambio de criptomonedas japonés Coincheck sufrió un duro golpe a manos de piratas informáticos, quienes se llevaron en la ocasión monedas NEM cuyo valor se calculó en US$ 530 millones, y esto fue apenas el comienzo.
Según una investigación recientemente publicada por la compañía de ciberseguridad Carbon Black, en lo que va de año, los hackers se han apropiado ya de aproximadamente US$ 1,1 mil millones en criptos.
El pirateo de criptomonedas es un negocio de US$ 6,7 millones que cobra vida más que todo en los rincones de la red oscura, según el reporte titulado “Cryptocurrency Gold Rush on the Dark Web” (Criptomonedas: la Fiebre del Oro en la Dark Web).
Un amplio abanico de actores integran el escenario del hacking, programas simples o muy sofisticados, sitios hospedados en la dark web y hasta ingenieros de software renegados que buscan transitar la vía que lleva al dinero fácil, o a la cárcel.
La actividad de hacking puede sonar como algo sumamente técnico, pero puede no serlo, según la opinión de Rick McElroy, estratega de seguridad de Carbon Black.
Generalmente comienza con la compra de malware. La web oscura es el principal centro de operación para tales transacciones y en ella figuran alrededor de 34.000 productos en 12.000 mercados relacionados con la piratería de criptomonedas.
“Tal como fue el caso durante la fiebre del oro a mediados del siglo XIX, ahora hay delincuentes que buscan explotar a partes inocentes de sus ganancias. Carbon Black ha descubierto que los ciberdelincuentes modernos usan cada vez más los escondrijos de la red oscura para facilitar el robo de criptomonedas en una gran escala”, escribe McElroy.
En el informe se señala que piezas de malware pueden conseguirse desde tan poco como US$ 1 y llegar hasta precios exorbitantes, cercanos a los US$ 1,000. El costo promedio del software dañino ronda los US$ 224. Entre otras cosas, estos scritps son capaces de intervenir en la operación normal del software antivirus, o de evadirlo completamente.
Según el estudio, los piratas informáticos a menudo exigen pagos en criptomonedas, pero Bitcoin (10%) y Ethereum (11%) no parecen ser la mejor opción: en su lugar los delincuentes se inclinan más por Monero.
Esta cripto se usó en el 44 por ciento de todos los ataques debido a su característica privacidad y su dificultad para ser rastreada en comparación con Bitcoin, además, Monero tiene costos de transacción relativamente bajos. Geográficamente, Estados Unidos fue el país más vulnerable, con 24 ataques relacionados con las monedas virtuales. China fue la siguiente con 10, y el Reino Unido quedó en tercer lugar, con ocho.
En el imaginario popular, los hackers son equipos brillantes o individuos impulsados por una ideología perversa, pero los hackers de monedas digitales parecen estar impulsados por las necesidades más cotidianas y prácticas de la vida, como el pago de la renta, por ejemplo.
“Hay países donde se enseña programación, pero los trabajos de desarrolladores escasean. Podrían ser personas en Rumania buscando los medios para pagar el alquiler”, dijo McElroy.
Uno de los objetivos más populares para los piratas informáticos son los intercambios de criptomonedas, que representan el 27% de todas las incursiones, y las empresas, que son atacadas el 21% de las veces.
Las condiciones macroeconómicas en los Estados Unidos podrían traducirse en una paliza para las acciones relacionadas con el mercado cripto.
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